Nos levantamos y allí estuvimos siendo testigos
El pasado sábado 4 de marzo celebramos en la parroquia una convivencia en familia en el que, lo pasamos muy bien. Os dejamos un pequeño video de recuerdo y dos testimonios de familias.
El pasado 4 de marzo fue un día soleado precioso más propio de la primavera que de finales de invierno. Además, era sábado y teníamos la gran fiesta de La Arribada de Baiona como principal plan cultural del fin de semana. Está claro, en tales circunstancias, ¿quién se iba a animar a ir a una convivencia organizada por una parroquia? Os aseguro que hace unos años yo ni me lo hubiera planteado, pero también os puedo confirmar que ese día ni lo dudé: ¡bien decidida yo me apunté con mis hijos!
Echando un vistazo atrás reconozco la gran semilla que plantaron mis padres en mí (recuerdo perfectamente todos esos domingos por la tarde yendo a misa con ellos de la mano), y todas aquellas personas (no pocas) que han sido instrumento de Dios en mi vida y para mí. Gracias a ese pasado ahora identifico clarísimamente la fuente a la que tengo que ir y a la que deseo acudir para saciar mi sed y la de mi marido y mis hijos. Además, sé que se trata de beber sencillamente “agua”, no hace falta consumir otras bebidas más sofisticadas, basta con la que está al alcance de todos y la que es imprescindible.
Ese día lo vi claro: no hace falta mucho dinero, ni muchos recursos, ni pensar en grandes y vistosos planes, no, para pasárselo bien y, además, asegurarse un ambiente sano, auténtico y verdaderamente humano, basta con la convivencia con otras personas que ponen al Dios del AMOR en el centro de sus vidas. En esos contextos uno experimenta la esencia de la vida y la sincera felicidad que emana de los encuentros con otras personas que se sienten agradecidas y enviadas a pasar por este mundo haciendo el bien.
Esta convivencia fue una gran experiencia, llena de alegría, diversión, amor y oración. Las actividades fueron muy entretenidas, pudimos convivir con miembros de la parroquia, haciendo un día inolvidable para todos, niños y mayores, con Jesús presente en cada uno de nosotros. Gracias a todos los que lo hicieron posible, estamos en espera la próxima.