ESPERAR CON PACIENCIA
La esperanza tiene muchos matices y muchos acentos. Hoy se nos invita especialmente a esperar con paciencia, pero sin perder la ilusión. Es lo que llamamos Adviento.
¡Cómo necesitamos la paciencia! Hoy especialmente, porque hemos puesto o nos han impuesto un ritmo acelerado en todo lo que hacemos y vivimos. Estamos enfermos y contagiados de la velocidad. Ya no tenemos tiempo, solo tenemos prisa.
Dios es paciente, tiene mucha paciencia. Por eso espera, no se cansa de esperar.
Y las cosas de Dios llevan asimismo el sello de la paciencia. Por eso a veces, no entendemos a Dios.
Para encontrar a Dios hay que desearlo mucho y buscarlo con afán.
Los dones de Dios también se hacen esperar.
¡Cuantas veces hay que pedirlos! Las promesas de Dios lo mismo pueden tardar un dÃa que mil años.
¡Cuanto se hizo esperar el MesÃas? Podemos preguntar al Bautista, que no sabia si tenia que seguir esperando (cf. Lc 7,19)
¿Y cuando volverá a venir el MesÃas? Las primeras generaciones cristianas esperaban la vuelta de Jesús, la ParusÃa, de inmediato. Los apóstoles se esfuerzan por explicar las razones de la tardanza. Las razones de la espera, Dios lo sabe. Dependerá de las condiciones y circunstancias de cada caso.
Pero hay explicaciones fáciles de entender. El don se hace esperar:
A fin de que lo deseemos más
A fin de que lo pidamos más.
A fin de que lo valoremos más.
A fin de que nos capacitemos mejor para recibirlo.
A fin de que crezca nuestra fe.
A fin de que se encienda nuestra esperanza.
A fin de que se purifique nuestro amor.
No es nada pedagógico conseguir las cosas de inmediato y sin esfuerzo, porque nos volvemos caprichosos, como los niños muy mimados, que ya no valoran y se cansan de tantos regalos.